
¿Por qué decimos que la Santa Biblia es revelación de Dios? "Revelación" significa darse a conocer. A través de todas las palabras de la Sagrada Escritura, Dios dice sólo una palabra, su Verbo único (Jesucristo), en quien él se dice en plenitud (Heb 1,1-3). Por esta razón, la Iglesia ha venerado siempre las Sagradas Escrituras como venera también el Cuerpo del Señor. La Iglesia, guiada por el Espíritu Santo, determinó los libros de la Biblia y los reconoció como revelación divina.
¿Quién escribió la Santa Biblia? Dios es el autor de la Sagrada Escritura. Las verdades reveladas por Dios, que se contienen y manifiestan en la Sagrada Escritura, se consignaron por inspiración del Espíritu Santo. Dios inspira a sus autores humanos: actúa en ellos y por ellos. Da así la seguridad de que sus escritos enseñan sin error la verdad salvífica.
¿Cuándo se escribió la Santa Biblia? Fue un largo proceso que comenzó unos 1300 años antes de Jesucristo. El último escritor fue San Juan más aproximadamente 100 años después. Recomendaciones para leer la Santa Biblia 1) Orar al Espíritu Santo para recibir su luz y entendimiento. 2) Leer con humildad, no pretendiendo tenerlo ya todo entendido. 3) Interpretar según la Iglesia. La humildad exige que se pregunte y estudie. 4) Leer la Biblia con frecuencia para beber mas de la fuente. 5) Leer con el fin de amar y obedecer mas a Dios y amar mas al prójimo 6) No buscar en la Biblia ciencia natural sino un mensaje espiritual.
¿Cómo buscar un pasaje en la Santa Biblia? La Biblia se divide en libros, capítulos y versículos. Ejemplo: Juan 3, 16 significa: el Evangelio de Juan, capítulo 3, versículo 16. Puedes buscar el libro en el índice. Entonces, habiendo encontrado el libro, busca el capítulo y finalmente el versículo.
¿Si tengo la Santa Biblia, para qué necesito ir a la Iglesia? Necesitamos también ir a la Iglesia porque la Iglesia es el Cuerpo De Cristo, instituido por el mismo Jesucristo para salvarnos. No podemos guiarnos solos: "Ninguna profecía de la Escritura puede interpretarse por cuenta propia" (2 Pedro 1, 20). La Iglesia, como madre y maestra, es la auténtica intérprete y formadora a través de sus pastores. Aceptar y vivir esta verdad requiere humildad.
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