jueves, 24 de junio de 2010

LA SANTA BIBLIA

¿Qué es la Santa Biblia? La palabra "Biblia" viene del griego y significa "libros". Es el conjunto de Libros Sagrados llamados también "Sagradas Escrituras" (Mateo 21:42; Hechos 8:32) que contienen la Palabra Viva de Dios y narran la "Historia de Salvación" (como Dios nos salva). Nos revela las verdades necesarias para conocerle, amarle y servirle. La Biblia se divide en dos partes: Antiguo Testamento (antes de Cristo) y Nuevo Testamento (plenitud de la promesa en Cristo). "Testamento" significa "alianza" y se refiere a las alianzas que Dios pactó con los Israelitas en el Antiguo Testamento y la nueva y definitiva alianza que Dios hizo con los hombres en la Sangre de Jesucristo.

¿Por qué decimos que la Santa Biblia es revelación de Dios? "Revelación" significa darse a conocer. A través de todas las palabras de la Sagrada Escritura, Dios dice sólo una palabra, su Verbo único (Jesucristo), en quien él se dice en plenitud (Heb 1,1-3). Por esta razón, la Iglesia ha venerado siempre las Sagradas Escrituras como venera también el Cuerpo del Señor. La Iglesia, guiada por el Espíritu Santo, determinó los libros de la Biblia y los reconoció como revelación divina.


¿Quién escribió la Santa Biblia? Dios es el autor de la Sagrada Escritura. Las verdades reveladas por Dios, que se contienen y manifiestan en la Sagrada Escritura, se consignaron por inspiración del Espíritu Santo. Dios inspira a sus autores humanos: actúa en ellos y por ellos. Da así la seguridad de que sus escritos enseñan sin error la verdad salvífica.


¿Cuándo se escribió la Santa Biblia? Fue un largo proceso que comenzó unos 1300 años antes de Jesucristo. El último escritor fue San Juan más aproximadamente 100 años después. Recomendaciones para leer la Santa Biblia 1) Orar al Espíritu Santo para recibir su luz y entendimiento. 2) Leer con humildad, no pretendiendo tenerlo ya todo entendido. 3) Interpretar según la Iglesia. La humildad exige que se pregunte y estudie. 4) Leer la Biblia con frecuencia para beber mas de la fuente. 5) Leer con el fin de amar y obedecer mas a Dios y amar mas al prójimo 6) No buscar en la Biblia ciencia natural sino un mensaje espiritual.


¿Cómo buscar un pasaje en la Santa Biblia? La Biblia se divide en libros, capítulos y versículos. Ejemplo: Juan 3, 16 significa: el Evangelio de Juan, capítulo 3, versículo 16. Puedes buscar el libro en el índice. Entonces, habiendo encontrado el libro, busca el capítulo y finalmente el versículo.


¿Si tengo la Santa Biblia, para qué necesito ir a la Iglesia? Necesitamos también ir a la Iglesia porque la Iglesia es el Cuerpo De Cristo, instituido por el mismo Jesucristo para salvarnos. No podemos guiarnos solos: "Ninguna profecía de la Escritura puede interpretarse por cuenta propia" (2 Pedro 1, 20). La Iglesia, como madre y maestra, es la auténtica intérprete y formadora a través de sus pastores. Aceptar y vivir esta verdad requiere humildad.

LOS CRISTIANOS CREEMOS EN...

CREEMOS en un solo Dios Creador de todas las cosas (Génesis 1:1; Isaías 45:22; colosenses 1:16).

CREEMOS que Dios es Trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo; tres personas distintas y un solo Dios verdadero (Isaías 9:6-7; Juan 1:1; Romanos 9:5; Efesios 4:6).
CREEMOS el Misterio de la Encarnación; esto es, que la bienaventurada María concibió por obra y gracia del Espíritu santo (Lucas 1:29-30-35: Mateo 1:18).

CREEMOS que la segunda persona de la Santísima Trinidad ya existía en al eternidad, pero que por el Misterio de la Encarnación, participó de la naturaleza humana, siendo así el “ENMANUEL” (con nosotros Dios) (Mateo 1:23), “Dios manifestado en Carne” (1ª Timoteo 3:16).

CREEMOS en la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo (apocalipsis 1:7)

CREEMOS que nuestro Señor Jesucrito no es religión y que el cristianismo tampoco lo és, Jesucristo no es religión sino el Camino, la Verdad y la Vida (Juan capítulo 14:6)
CREEMOS que por ser Jesucristo verdadero Dios y verdadero Hombre (sin pecado) su sacrificio en la Cruz fue de infinito valor para redimirnos de nuestros pecados (Juan 1:18; Romanos 9:5; Tito 2:14; Hebreos 4:15; Apocalipsis 5:9).

CREEMOS que la Biblia es la palabra de Dios, escrita por hombres pero bajo la dirección e inspiración del Espíritu Santo y creemos TODO cuanto en ella se dice (2ª Pedro 1:20-21).

CREEMOS que hay un cielo y un infierno; un cielo que es la morada de Dios y donde irán a gozar todos los redimidos por Cristo y un infierno preparado para el Diablo y sus ángeles y para cuantos no aceptan la salvación que Dios ha provisto por medio de Cristo (Mateo 23:33; Lucas 12:5; Juan 14:2).

CREEMOS que Jesús murió por nuestros pecados y que resucitó para nuestra justificación (Romanos 4:25).

CREEMOS que Jesús resucitado ascendió a los cielos donde está a la diestra del Padre y donde también intercede por nosotros (Romanos 8:34).

CREEMOS que Jesucristo es el único mediador entre Dios y los hombres. “Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1ª Timoteo 2:5).

CREEMOS que todo hombre es pecador, no sólo por ser descendiente de Adán, sino porque él mismo ha pecado voluntariamente y, como la Biblia dice: “No hay justo ni aun uno” (Romanos 3:10).

CREEMOS que el hombre es justificado solamente por la fe: “¿Qué pues, diremos que halló Abraham, nuestro padre según la carne? Porque si Abraham fue justificado por las obras, ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia. Pero el que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contado por justicia” (Romanos 4:1-5).

CREEMOS que Jesucristo fue DADO para que los hombres pudiéramos ser salvos, “Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha DADO ha su Hijo unigénito para que todo aquel que en El crea no se pierda más tenga vida eterna”. (Juan 3:16). Y San Pedro dice; “Y en ningún otro hay salvación (fuera de Cristo) porque no hay otro nombre bajo el cielo DADO a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12).

CREEMOS que el creyente en Cristo, es decir, el que con una fe viva cree que Jesucristo murió por sus pecados y le acepta como su único y suficiente Salvador, ya en este tiempo tiene la seguridad de la vida eterna. Jesús dijo: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida” (Juan 5:24). “El que cree en el Hijo tiene vida eterna” (Juan 3:36). “El que cree en Mí tiene vida eterna” (Juan 6:47).

CREEMOS que las obras no son meritorias para la salvación. San Pablo dice: “Porque por gracia sois salvos, por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9)

CREEMOS que el cristiano tiene que hacer buenas obras, no para ser salvo, sino porque ya ha sido salvo. Las buenas obras opondrán de manifiesto la vida espiritual del creyente. “Por sus frutos los conoceréis” (Mateo 7:16). “No puede el buen árbol dar malos frutos” (Mateo 7:18).

EN DEFINITIVA Creemos que aunque todo hombre es pecador y es incapaz por su propio esfuerzo de conseguir la salvación de su alma: TODO hombre puede ser salvo. Cristo, que como ya hemos dicho era Dios y hombre a la vez, reincorporó sobre su persona a toda la humanidad que él mismo había creao y satisfizo todas las exigencias de la justicia divina en orden al pecado; de manera que el hombre, mediante el arrepentimiento de sus pecados y la fé en el Salvador puede ser salvo, sin necesidad de ceremonias religiosas ni esfuerzos humanos.

ALABANZA Y ADORACIÓN

Alabanza tiene la idea de honrar, admirar, celebrar a Dios por quien El es y por lo que El ha hecho. La verdadera alabanza fluye de un corazón sincero que se regocija en los atributos de Dios y se gloria en El.
La alabanza es para Dios. Él es el objeto de la alabanza y sólo Él es digno de ella. La alabanza debe ser CRISTOCÉNTRICA y no ANTROPOCÉNTRICA. Es decir, es para Dios, para Cristo, no para el hombre. Por lo tanto, a quien debe de agradar es al Señor y no a mí.
¿Porqué debemos alabar a Dios?
Porque nos dio vida (Ef. 2:1).
Porque nos dio salud (Is. 53:5)
Porque nos salvó del infierno y de la condenación (Ro. 8:1)
Porque nos hizo Reyes y Sacerdotes, Pueblo Santo (I Pe. 2:9). Habiendo sido tan bendecidos por Dios, estamos en la obligación de alabarle, en gratitud a lo que El hizo por nosotros.
¿Cuándo alabar a Dios?
“Bendeciré a Jehová en todo tiempo; su alabanza estará de continuo en mi boca” (Sal. 34:1)
“Desde el nacimiento del sol hasta donde se pone, sea alabado Jehová” (Sal. 113:3)
“Cada día te bendeciré, y alabaré tu nombre eternamente y para siempre” Sal 145:2)
¿Dónde alabar a Dios?
“En todos los lugares de Su Señorío, sus ejércitos, sus ministros (Sal. 103:22)
“Exáltenlo en la congregación del pueblo y en la reunión de los ancianos lo alaben” (Sal 107:32)
“Alzad vuestras manos al Santuario y bendecid a Jehová” (Sal. 134:2)
¿Quién debe alabar a Dios?
“Alabad a Jehová. Alabad el Nombre de Jehová” (Sal. 113:1)
“Alabad el nombre de Jehová. Alabadle siervos de Jehová” (Sal. 135:1)
“Los que estáis por las noches en la Casa de Jehová, en los atrios de la Casa de nuestro Dios” (Sal. 135:2)
“Los ángeles, montañas, collados, ejércitos, el árbol de fruto y todos los cedros, el sol, la luna, bestias y todo animal, las estrellas, los reptiles, los cielos, los monstruos marinos, los reyes, la tierra, todos los pueblos, toda la creación debe alabar a Dios” (Sal. 148)

En realidad la alabanza va mucho más allá de un canto, ya que no es una actividad sino una forma de vivir. No hay una “hora de la alabanza” sino que debemos darle alabanza todo el día, todo el tiempo con nuestra vida. La Biblia nos enseña que podemos alabarle aprendiendo de su Palabra, comprometiéndonos con Él, haciendo y dando frutos de justicia, teniendo fe, confesando nuestros pecados entre muchas otras cosas.

Y si bien es cierto hay innumerables citas bíblicas que nos hablan de la alabanza a través de la música, el canto, y la voz, el mismo Dios al decir: “Este pueblo se acerca a mí con su boca y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mi”, nos hace entender que la alabanza no tiene sólo que ver con el hecho de cantar o de realizar cualquier acción en sí misma, sino con la actitud con que se haga y con la santidad del corazón.
De tal manera que nuestra vida entera debe ser para alabanza de Él. De hecho, fuimos creados para alabarlo. No sólo nosotros sino toda la creación está destinada a alabarlo. La alabanza a Dios es función y requisito de nuestra existencia.
Así que, ¿qué tan importante es la alabanza? Es primordial, es fundamental en nuestras vidas. Por lo mismo no debemos de olvidarnos que lo que alaba a Dios es la santidad y la sencillez de corazón.
No es casualidad que la Biblia cuente respecto de la vida de los primeros discípulos, diciendo que vivían “alabando” al mismo tiempo que señala su “alegría y sencillez de corazón” al estar “unánimes”. Y es que el vivir alabando a Dios implica también la humildad y el amor a los hermanos.
De ahí que una correcta alabanza a Dios no permitirá que mi hermano sea lastimado porque no tenemos la misma manera de pensar respecto a las “formas” de “alabar”. Ya que la Biblia deja muy claro que lo más importante, sobre todo, es el AMOR.
Ofrezcamos pues a Dios una alabanza real y santa con nuestras vidas. Pongámoslo a Él como el centro total y absoluto de la alabanza, asumámosla como una manera de vivir y no como una actividad y dejemos que Su Amor fluya hacia los demás y suba como una ofrenda grata hacia Él. Démosle pues a la alabanza la gran IMPORTANCIA que tiene. Démosle pues a Dios la alabanza que se merece y de la que es digno.

VIDA DEL SEÑOR JESUCRISTO(DIOS)

Jesucristo, también conocido como Jesús de Nazaret o Cristo, nació en Belén (Judea, Israel) en el Año 1, cumpliéndose así muchas profecías del Antiguo Testamento que anunciaron la venida de el Mesías. A partir de su nacimiento es que se estableció un quiebre en el conteo de los años de la historia en el calendario occidental, por lo tanto, vivió desde el año 0 hasta, aproximadamente, el año 33.

Jesucristo nació en una familia humilde junto a sus padres María y José. Cuarenta días después de su nacimiento, José y María subieron al Templo, en cumplimiento de la Ley, Pero Jesucristo, a pesar de su humildad, no debía salir del Templo sin el reconocimiento de José y María.
Poco después de la vuelta de José y María a Belén, llegaron los tres magos de Oriente a Belén a visitar a Jesucristo, le ofrecieron presentes de gran precio: incienso, oro y mirra. El incienso es la ofrenda que corresponde a Dios, el oro, la imagen del tributo debido al Rey, y la mirra, la profecía de los sufrimientos de Jesucristo.

No se sabe con exactitud cuanto tiempo estuvieron José, María y el niño Jesucristo en Egipto, pero probablemente no fue de más que unos pocos meses, porque Herodes murió en el año 3 a.C. Por lo tanto José y María con el niño Jesucristo regresaron a Israel.
Con el paso del tiempo, Jesucristo se iba fortaleciendo e iba creciendo tanto en sabiduría como en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres.
Jesucristo se crió en el seno de una familia, donde conoció alegrías y dolores. Llegó a ser carpintero, como su padre José, por lo que estaba acostumbrado a la actividad manual; al mismo tiempo, no faltaba una cierta formación intelectual en su medio.
Los niños judíos recibían una enseñanza de la Escritura muy intensa e iban a la escuela. En todo caso, las citas que hace nuestro Señor de las Escrituras demuestran que las conocía profundamente. Sus parábolas lo muestran sensible a las lecciones que se desprenden de la naturaleza, y siempre atento a ver el pensar de Dios revelado en Sus obras.
El idioma que hablaba Jesucristo era el arameo, lengua que había tomado el lugar del antiguo hebreo entre la población judía para esta época.

Por otro lado ni los compañeros de Jesús ni los miembros de Su familia lo consideraron como un ser sobrenatural; pero les debió parecer notable por su vigor intelectual y por su pureza moral.
A la temprana edad de los 12 años Jesucristo acompañó a sus padres José y María al Templo en Jerusalén, al regresar ellos, acabada la fiesta de la Pascua, pero Jesucristo se quedó en Jerusalén, sin que lo supiesen José y María.

María y José pensaron que estaba entre la compañía, pero al poco después se dieron cuenta de que no estaba con ellos, tras esto anduvieron camino de un día; le buscaron entre los parientes y los conocidos; pero como no le hallaron, volvieron a Jerusalén buscándole. Y al cabo de tres día finalmente le encontraron en el Templo, sentado en medio de los doctores de la ley, oyéndoles y preguntándoles. Y todos los que oían a Jesucristo, se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas. Cuando José y María lo vieron se sorprendieron y le dijo María: Hijo, ¿por qué nos has hecho esto?, tu padre y yo te hemos buscado por todas partes y estábamos muy preocupados por ti. Entonces el respondió: ¿por qué me buscabais? ¿no sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?.

Pero ellos no entendieron lo que quiso decir Jesucristo con eso y finalmente después se fue con María y con José a Nazaret sujeto a ellos.
Después de esto no se sabe nada acerca de la vida de Jesucristo, es decir entre los 12 y los 30 años la Biblia no documenta nada sobre Él, la Biblia solo narra los últimos 3 años de su vida y nos muestra a un Jesucristo que tuvo éxito y cumplió su propósito en la vida.
Jesucristo fue bautizado por su primo Juan Bautista a orillas del río Jordán. Durante la ceremonia se vio descender al Espíritu Santo en forma de paloma y se escuchó la voz de Dios desde el cielo.

Más tarde, Jesucristo, guiado por el Espíritu Santo, partió al desierto donde fue tentado por Satanás. Estuvo cuarenta días y cuarenta noches ayunando. Después de este período, Jesucristo comenzó su ministerio público como predicador de la Buena Nueva, y por esto se le llamó «el profeta de Nazaret» o «el Nazareno». Ésta era la promesa de la vida eterna gracias al envío que había hecho Dios de su hijo para redimir al mundo. Para llegar a los fieles, lo hizo tanto al aire libre como en las sinagogas, y fue muy común que utilizara parábolas para darse a entender mejor.

La originalidad de su discurso radicaba en poner el amor a Dios en el centro de la vida. Y este amor debía materializarse en todas las formas posibles, incluso amando al enemigo y al enfermo.
Durante su recorrido por los pueblos y aldeas, Jesucristo iba haciendo milagros entre los judíos. Sin embargo, mucha gente no creía en sus palabras, por lo que tuvo disputas con la jerarquía judía y, especialmente con los fariseos. Pero Jesucristo estaba acostumbrado a estas situaciones y nunca se dejó amedrentar por los incrédulos.

En una ocasión, estando Jesucristo orando junto a sus apóstoles en un monte, su rostro se transformó y su ropa se volvió blanca y resplandeciente. A su lado aparecieron Moisés y Elías. Se oyó desde el cielo una voz celestial que afirmó: “Este es mi Hijo elegido, escuchadle".
Jesucristo, junto a sus discípulos, ingresó a Jerusalén a celebrar la fiesta de Pascua. Al entrar fue recibido como un verdadero rey. Durante la noche de Pascua, en Betania, se realizó la Última Cena. Allí fue cuando se instauraron los sacramentos de la orden sacerdotal y de la comunión. En esa misma cena fue cuando Jesucristo advirtió que sería traicionado por Judas Iscariote.
Judas, vendió a Jesucristo por treinta piezas de plata. Mientras Jesucristo oraba en el huerto de Getsemaní, aparecieron un grupo de hombres armados que lo buscaban. Por medio de un beso de Judas a Jesucristo, los hombres lo reconocieron. A pesar de que sus seguidores intentaron defenderlo, finalmente huyeron y Jesucristo fue capturado. Durante su juicio, el sumo sacerdote Caifás, le preguntó a Jesucristo si es que era él el hijo de Dios. Ante su respuesta afirmativa, fue condenado por blasfemia.

Al día siguiente fue llevado ante el procurador romano, Poncio Pilato. Éste no lo encontró culpable, pero le pidió al pueblo que eligiera si es que se le condenaba o no. La multitud pidió la libertad para Barrabás, un conocido asesino, y que fuera condenado Jesucristo. Finalmente, Jesucristo fue crucificado a los 33 años de edad, entre dos ladrones y con una corona de espinas en su cabeza, después de haber sido injuriado y maltratado, Jesucristo estando en la cruz, antes de morir dijo: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen. Luego de morir, fue sepultado envuelto en una sábana. Al tercer día de su muerte, el cuerpo de Jesucristo ya no estaba porque había resucitado.

Jesucristo, siendo Dios, tomó forma de siervo, pago nuestras culpas en la cruz, así mismo, nos limpio de todo pecado y nos demostró cuan grande es su amor para con nosotros.

Y AHORA ÉL VIVE PARA PERDONARTE, CUANDO LO ACEPTAS EN TU CORAZÓN Y ESTAS ARREPENTIDO DE CORAZÓN, ACEPTALO HOY COMO TU UNICO SALVADOR, COMO TU SEÑOR Y COMO TU UNICO Y VERDADERO DIOS, EL TE AMA.

DICHOS DEL SEÑOR JESUCRISTO (DIOS)

•"Amaos los unos a los otros, como yo os he amado. En esto conocerán que sois mis discípulos."
•"Yo soy el camino la Verdad y la Vida, nadie llega al Padre sino es por mi"
•"Muchos son los llamados y pocos los escogidos."
•"La verdad os hará libres."
•"De la abundancia del corazón, habla la boca"
•"Quien no está conmigo, está contra mí"
•"El que conmigo no recoge, desparrama."
•"Yo soy la vida el que cree en mi aunque este muerto vivira"
•"No hagas a otros lo que no quieras que te hagan a ti"
•"Dichosos aquellos que creyeren sin ver"
•"De la abundancia del corazón, habla la boca"
•"La vida del hombre no consiste en la abundacia de los bienes que posee"
•"No dejes que se ponga el sol sobre tu enojo"
•"El que busca halla"
•"Bienaventutados los afligidos, porque serán consolados... Bienaventurados los de corazón puro, porque verán a Dios."
•"Hay más dicha en dar que en recibir"
•"Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida"
•"El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella"
•"No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores al arrepentimiento"
•"Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen"
•"Dadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios"
•"No resistais al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra
•"Es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el Reino de los Cielos"
•"Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas."
•"El mal no es lo que entra en la boca del hombre, sino lo que sale de ella"
•"No juzguéis a los demás si no queréis ser juzgados. Porque con el mismo juicio que juzgareis habréis de ser juzgados, y con la misma medida que midiereis, seréis medidos vosotros."
•"Nos hartamos de andar por sendas de iniquidad y perdición, atravesamos desiertos intransitables."

NOMBRES QUE SE LE DÁ AL SEÑOR JESUCRISTO (DIOS)

Jesús de Nazaret, Nazareno, Cristo, Emmanuel, Todo poderoso, Mesías, Maestro, El Buen Pastor, Cordero de Dios, Alfa y Omega, Hijo del hombre, Hijo de David, Hijo de Dios, Rey de Reyes, Señor de Señores, Rey de los Judíos, León de Judá, Santo de Dios, Dios, Príncipe de Paz, Salvador, Libertador, Jehová, Yahvé, Verbo Encarnado, Palabra de Dios, Inri, Rabí, Rabino, Isa, Yuz Asaf, Yeshúa, Sacerdote Santo, Justo, Juez Eterno, Dios Fuerte, El que fue, Es y Ha de venir, etc.

ORACIÓN

Si quieres que una planta tenga vida, debes regarla. Si deseas mostrar que quieres a una persona, debes decírselo y demostrárselo. Si cortas las raíces de un árbol, el árbol se muere. Eso pasa con la oración. La oración es vida para nuestro espíritu y es el medio para decirle a Dios...Te amo. Para orar, es necesario querer orar. Orar es hablar con Dios, de tú a tú, como le habla un hijo a un padre. Y a Dios podemos decirle cualquier cosa: lo que vivimos, nuestras preocupaciones, lo que hemos logrado, en lo que necesitamos su ayuda, incluso platicarle nuestro día tal y como lo haríamos con la gente a la que le tenemos confianza y le queremos.
La oración es buscar a Dios, es ponernos en contacto con Dios, es encontrarnos con Dios, es acercarnos a Dios. Es un diálogo profundo con Dios, y, como en todo diálogo, se hace imprescindible la escucha, la actitud abierta y receptiva hacia Aquel de quien lo esperamos todo, en quien confiamos y a quien entregamos nuestra vida.
Orar es llamar y responder. Es llamar a Dios y es responder a sus invitaciones. Es un diálogo de amor, debemos ser conscientes de que, más esencial que lo que nosotros digamos es lo que Dios nos puede trasmitir, y más importante aún que el mensaje siempre será el Emisor. Toda comunicación es válida en tanto en cuanto favorece el encuentro, de esta forma la mejor finalidad de la oración será procurar el encuentro íntimo y personal con el Señor.
Si la oración es comunicación con el Señor Más de una vez habremos observado a personas cercanas, comprometidas con el Evangelio y que, al volcarse en una activismo desenfrenado, empiezan descuidando la oración y acaban perdiendo la fe.
Quien tiene el hábito de orar, en su vida ve la acción de Dios en los momentos de más importancia, en las horas difíciles, y alegres etc.
En cambio, si no oramos con frecuencia, vamos dejando morir a Dios en nuestro corazón y vendrán otras cosas a ocupar el lugar que a Dios le corresponde. Si dejamos de hacer oración es como si dejáramos de comer. Al principio se siente hambre, pero después ésta desaparece (anorexia) y entramos en el plano inclinado de la muerte. En el caso de la falta de oración será muerte espiritual.
Antes de entrar en comunicación con Dios, y como medio de llegar al encuentro con Él, es conveniente callar todos los ruidos, preocupaciones, pensamientos y distracciones que impidan centrar la atención solo y exclusivamente en su persona. No todos los lugares favorecen de la misma manera este encuentro con Jesucristo. La oración se puede hacer menos difícil si procuramos un ambiente adecuado.
Se debe orar siempre, en toda ocasión. Podríamos, incluso, afirmar que la vida del cristiano, es toda ella oración, si, en verdad, es una vida vivida para Dios y en relación a Él. Pero también podemos caer en el error de pensar que como toda acción, vivida desde la fe, es oración, no es necesario dedicar momentos para perderlos "a solas con el Señor".
Para un padre de familia no basta con que todo cuanto realiza lo haga por su mujer y sus hijos, será también básico que dedique tiempo a estar con su mujer y con sus hijos. Del mismo modo no basta con que nosotros lo hagamos todo por Dios, sino que también será elemental el que dediquemos tiempo a estar con Él.
Cada día debemos reservar unos momentos para la oración, para la intimidad con el Señor, para el sosiego espiritual. Este momento no surge sino está previsto, preparado. Fijemos para cada día nuestra cita con el Señor, y no faltemos a ella.
Algunas veces podemos desanimarnos en la oración, porque creemos que estamos orando, pero lo que hemos hecho no es propiamente oración
Y es esta manera concreta a la que llamamos vocación. Debemos recordar que nuestra plenitud y felicidad depende de cuánto busquemos llevar a cabo este plan de Dios en nuestras vidas, por que no hay nadie, NADIE, que sepa más la manera de hacernos felices, que Dios mismo, aún cuando nosotros queramos "experimentar" nuestros propios caminos.